martes, 27 de agosto de 2013

Reflexión '' El tenedor ''

Había una mujer que había sido diagnosticada con una enfermedad incurable y a la que le habían dado sólo tres meses de vida.

Así que empezó a poner sus cosas "en orden".
Contactó a su sacerdote y lo citó en su casa para discutir algunos aspectos de su última voluntad. Le dijo cuáles canciones quería que se cantaran en su misa de cuerpo presente, qué lecturas hacer y con qué traje deseaba ser enterrada.

La mujer también solicitó ser enterrada con su libro favorito.

Todo estaba en orden y el sacerdote se estaba preparando para irse cuando la mujer recordó algo muy importante para ella.
- "Hay algo más", dijo ella exaltada.
- "¿Qué es?" respondió el sacerdote.
- "Esto es muy importante", continuó la mujer. "Quiero ser enterrada con un tenedor en mi mano derecha."

El sacerdote se quedó confundido mirando a la mujer, sin saber exactamente qué decir.
- "Eso lo sorprende, ¿o no?" preguntó la mujer.
- "Bueno, para ser honesto, estoy intrigado con la solicitud", dijo el sacerdote.
La mujer explicó:

- "En todos los años que he asistido a eventos sociales y cenas de compromiso, siempre recuerdo que cuando se retiraban los platos del platillo principal, alguien inevitablemente se agachaba y decía, 'Quédate con tu tenedor'. Era mi parte favorita porque sabía que algo mejor estaba por venir... como pastel de chocolate o pay de manzana. ¡Algo maravilloso y sustancioso! Así que quiero que la gente me vea dentro de mi ataúd con un tenedor en mi mano y quiero que se pregunten '¿Porque tiene ese tenedor?'. Después quiero que usted les diga: 'Se quedó con su tenedor porque lo mejor está por venir'."

Los ojos del sacerdote se llenaron de lágrimas de alegría mientras abrazaba a la mujer despidiéndose.
Él sabía que ésta sería una de las últimas veces que la vería antes de su muerte. Pero también sabía que la mujer tenía un mejor concepto del Cielo que él mismo.
Ella sabía que algo mejor estaba por venir.
En el funeral la gente pasaba por el ataúd de la mujer y veían el precioso vestido que llevaba, su libro favorito y el tenedor puesto en su mano derecha.
Una y otra vez el sacerdote escuchó la pregunta: "¿Qué cosa con el tenedor?" y una y otra vez él sonrió.



enseñanza:muchos temen a la muerte, cuando un ser querido muere lamentamos su perdedida..es algo natural querer estar con las personas que queremos siempre pero pensemos que ha dejado de sufrir en este mundo y ahora descansa esperando una mejor vida

martes, 20 de agosto de 2013

'' LA BOLSA DE CLAVOS ''



Esta es la historia de un muchachito que tenia muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta.
Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.

Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo anunciar a su padre que no quedaban mas clavos para retirar de la puerta...

Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta.
Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca mas será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves."

Enseñanza: Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastara, y la cicatriz perdurara para siempre.
Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.
Los amigos son en verdad una joya rara. Ellos te hacen reír y te animan a que tengas éxito.
Ellos te prestan todo, comparten palabras de elogio y siempre quieren abrirnos sus corazones.

lunes, 12 de agosto de 2013

La historia de estrellas de Mar


Cierto día, caminando por la playa observé a un hombre que, agachándose, tomaba de la arena una estrella de mar y la tiraba al mar. Intrigado, lo pregunté por que lo hacía.

Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano, me dijo. Como ves, la marea es baja y han quedado en la orilla. Si no las arrojo al mar morirán.

Entiendo, le dije, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¡No tiene sentido tu esfuerzo!

El hombre sonrió, se inclinó y tomó una estrella marina y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió: ¡Para esta si lo tuvo!


El mensaje es claro... ¿qué hacemos por los demás? ¿qué hacemos por este mundo? Hasta el gesto más insignificante vale la pena aunque no lo parezca. No importa que tan enormes sean los problemas, si alguien puede liberarnos de las arenas y lanzarnos al mar, mis queridas estrellitas, o nosotros hacerlo con otros... por más mínimo, vale la pena.